La vaginoplastia suele realizarse bajo anestesia general. Dura aproximadamente una hora y rara vez requiere hospitalización.
El cirujano comienza haciendo una incisión en la entrada de la vagina para preparar el terreno para la disección del suelo muscular. A continuación, el cirujano retira el tejido sobrante y procede a reinyectar grasa para remodelar la pared vaginal. A continuación, se coloca un apósito sobre la vulva para protegerla.
Las suturas utilizadas son absorbibles, por lo que no es necesario retirarlas. Como las mucosas tienen una capacidad de cicatrización muy buena, las cicatrices serán prácticamente invisibles.